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Corrido Hay en Zapotlán una plaza
que le dicen de Ameca,
quién sabe por qué. Una calle ancha y empedrada
se da contra un testerazo, partiéndose en dos.
Por allí desemboca el pueblo
en sus campos de maíz.
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Corrido Así es la Plazuela de Ameca, con su esquina ochavada
y sus casas de grandes portones.
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Corrido Y en ella se encontraron
una tarde, hace mucho,
dos rivales de ocasión.
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Corrido Pero hubo una muchacha
de por medio. La Plazuela
de Ameca es tránsito
de carretas. Y las ruedas muelen la tierra de los baches, hasta hacerla finita, finita.
Un polvo de tepetate
que arde en los ojos, cuando
el viento sopla. Y allí había,
hasta hace poco, un hidrante.
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Corrido La que primero llegó
fue la muchacha
con su cántaro rojo,
por la ancha calle
que se parte en dos.
Los rivales caminaban frente
a ella, por las calles de los lados, sin saber que se darían un tope en el testerazo.
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Corrido La muchacha iba por agua
y abrió la llave.
En ese momento
los dos hombres quedaron
al descubierto, sabiéndose
interesados en lo mismo.
Allí se acabó la calle de cada
quien, y ninguno quiso dar paso adelante.
La mirada que se echaron
fue poniéndose tirante,
y ninguno bajaba la vista.
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