Su expansión territorial
alcanzó las fronteras
de Europa y amenazó
la estabilidad en el oriente
europeo.
                    
                      Con la dinastía Ming,
este imperio vivió un periodo
de prosperidad cultural
y económica.
                    
                      Este imperio comerció
con los europeos a partir
del siglo XVI, particularmente
las preciadas especias.
                    
                      Durante el siglo XV
se extendió por la península
del Indostán, en Asia.
                    
                      La porcelana y la seda
que se producían en este
Imperio tenían gran
demanda en Europa.
                    
                      La fiereza y disciplina de
los jenízaros (soldados
de infantería),  permitieron que este imperio
conquistara pueblos asiáticos,
 europeos y africanos.